El proyecto de las Postrimerías es la extensión de un trabajo imposible de acabar que vuelve siempre y cada vez adopta una configuración diferente, más intensa, descarnada y paradójicamente superficial. Este proyecto excava con herramientas barrocas entre las ruinas de un imaginario inflacionario en el cual la producción y demanda de sentido se encuentran en desequilibrio, generando así la profusión indiscriminada de imágenes y códigos y una pérdida de valor poético incesante. La realidad se impone, imperativa; lo real se resiente, herido. Los efectos tienden a desaparecer y a diluirse en la pura superficie y en los accidentes del lenguaje, en las formalizaciones comunicativas, en las llamadas de auxilio y en los toques de advertencia. La expresión es suspendida y queda encerrada en las dimensiones extrañas de los pliegues, despliegues y repliegues de la mónada. Hay un intento de ser contenido en lo mínimo y no estar abarcado por la totalidad.