‘Amor y asco’

 

Si existiera un CSI del arte y un agente, para hacer un análisis, empapara un hisopo (un bastoncillo) en el rojo, el azul, el violeta o el negro de uno de los lienzos de Amor y Asco, el resultado no arrojaría ningún tipo de dudas: además de acrílico, en la composición de la pintura se encontraría un alto contenido en lágrimas, sangre, fuego, dolor, sudor, fluidos inconfesables, rabia, miedo… El giro de guión sorprendente vendría al reclamar el contraanálisis: la muestra además contiene, inesperadamente, trazas de la droga más adictiva: la esperanza. Eso es Amor y Asco, el vademecum de las emociones que empapaban los diarios adolescentes de la escritora Bebi Fernández, traducidas a la lengua personal de los pinceles de Rebeca Khamlichi.