El trabajo de Federico Miró se caracteriza por la influencia estética del Barroco y el Renacimiento, lienzos dominados por el horror vacui potenciado por los elementos ornamentales y vegetales. En The invisible thread, Federico Miró intenta sintetizar la imagen reduciendo la paleta de colores y centrándose en gamas concretas. Un ejercicio de síntesis que da continuidad al trabajo de los últimos años donde se potencia lo pictórico. A primera vista, las obras que componen The invisible thread se presenta como monocromos, sin embargo, cuando la mirada se detiene el tiempo suficiente, comienzan a descubrirse figuras y formas naturales. No es más que un deseo del artista por enfatizar la presencia material del objeto dentro de la búsqueda de lo espiritual, desde la experiencia contemplativa. Federico Miró ha vuelto la vista atrás y se ha visto influenciado por artistas como Rothko, de quien le llama especialmente la atención el uso de los grandes formatos que hacen que el espectador se vea envuelto e inmerso en una experiencia mística; el particular uso obsesivo del azul por Yves Klein o la teoría del color de Josef Albers para materializar esta nueva serie. Al igual, también se ha dejado influenciar por Utagawa Hiroshige, uno de los principales exponentes del paisajismo japonés del siglo XVIII. Especialmente se ha centrado en sus famosas series de ukiyo-e sobre las vistas del monte Fuji y Edo (actual Tokio), que se caracterizan por su formato vertical y por el control sutil del cromatismo, de las cuales intenta tomar prestada esa atmosfera oriental basada en la contemplación.